Y de repente te ves llorando, buscándote en aquella imagen otra vez. Vuelves a hacerlo, lloras por lo que sucedió, te encuentras con aquel error, y entonces apuntas la lección que habías de aprender.
...Dar pasado, pulir pasado....
Y por alguna razón, continúas exigiéndote volver a esa historia que sabes que ya no es, y te sientes como necesitada de ella, tanto o más como de esa imagen de ti que llevas impuesta, pero que sabes que ya no es.
...Dar pasado, pulir pasado...
Y entonces vuelves a llorar, pero esta vez, ya no distingues si el llanto viene ahora del haberte dado cuenta de por qué lloras… o de si realmente añoras aquella imagen de ti que ya no es.
...Dar pasado, pulir pasado...
Y en el fondo, de alguna manera, esa imagen te hace falta porque es más fácil encontrarse en un espejo usado, que ver más allá en uno nuevo y aceptar lo que se ve sin juzgar.
…Dar pasado, pulir pasado...
Y hay miedo a la soledad, a las cenas de uno, a no compartir y a afrontar todo este juego de complejidades cruzadas; las mías con las suyas, con las de ese y aquel.
…Dar pasado, pulir pasado…
…Y de repente os veis llorando, mirándoos en el nuevo espejo, ese en el que sois más vosotros; y os miráis a los ojos, y comenzáis otra vez a caminar, pero ahora desde otra complejidad; una un poco más resuelta, más sencilla, más verdad.
…Dar pasado, pulir pasado…
No hay comentarios:
Publicar un comentario