viernes, 27 de noviembre de 2015

...Dar pasado,pulir pasado...

…Dar pasado, pulir pasado...

Y de repente te ves llorando, buscándote en aquella imagen otra vez. Vuelves a hacerlo, lloras por lo que sucedió, te encuentras con aquel error, y entonces apuntas la lección que habías de aprender.

...Dar pasado, pulir pasado....

Y por alguna razón, continúas exigiéndote volver a esa historia que sabes que ya no es, y te sientes como necesitada de ella, tanto o más como de esa imagen de ti que llevas impuesta, pero que sabes que ya no es.

...Dar pasado, pulir pasado...

Y entonces vuelves a llorar, pero esta vez, ya no distingues si el llanto viene ahora del haberte dado cuenta de por qué lloras… o de si realmente añoras aquella imagen de ti que ya no es.

...Dar pasado, pulir pasado...
Y en el fondo, de alguna manera, esa imagen te hace falta porque es más fácil encontrarse en un espejo usado, que ver más allá en uno nuevo y aceptar lo que se ve sin juzgar.

…Dar pasado, pulir pasado...

Y hay miedo a la soledad, a las cenas de uno, a no compartir y a afrontar todo este juego de complejidades cruzadas; las mías con las suyas, con las de ese y aquel.

…Dar pasado, pulir pasado…

…Y de repente os veis llorando, mirándoos en el nuevo espejo, ese en el que sois más vosotros; y os miráis a los ojos, y comenzáis otra vez a caminar,  pero ahora desde otra complejidad; una un poco más resuelta, más sencilla, más verdad.


…Dar pasado, pulir pasado…

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