domingo, 19 de junio de 2016

Respirarse bajo la luz de la luna


Sentirse respirar y agradecerse cada suspiro. No hay mejor privilegio. Me pregunto cómo es que no se nos enseña a valorar una cosa tan simple en la escuela.

De compañía, la luz de la luna y por arma, un corazón dispuesto a sentir más y mejor. Esa es la esencia de cualquier batalla. A solas, pero ante un adversario imaginario que se fusiona contigo. Quiero y no puedo. Puedo y no quiero.

Dejando soltar el peso contra el suelo, pero con la mirada cada vez más cerca de la luna. Dos mundos. El de aquí y el de allí. Rostros de quienes se fueron se proyectan en la luna; te hablan, te sonríen y te animan como si nunca se hubieran marchado. Te alegras pero tambien lloras.

Hay tanta belleza a tu alrededor, tanto tesoro, que entonces llega el momento de acordarte de los tuyos propios, de esos tesoros que sabes que tienes; de a quién quieres y de quien te quiere; y hasta incluso puedes dedicarle unos instantes a los que sabes que te querrán a su lado quién sabe en qué vida.

No hace falta reloj ni hay prisas. Nadie te espera, aunque sí que sueñas ver a ese alguien al llegar al final del final.

Pero justo entonces, te sientes respirar nuevamente y vuelves a agradecer el suspiro que le sigue, celebras de algún modo que estás viva, sana y con ganas de seguir hacia adelante.

Dichoso privilegio el de respirarse bajo la luz de la luna…

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