sábado, 16 de abril de 2016

"Adiós y vayan ustedes en paz" ... que yo me voy a soñar





Y ocurre que un día, una en sí misma, cobra algo de sentido así, sin pasar por caja. Sin contrato y sin estar asegurada. No importa la compañía. Una descubre, que allí, ahondando en su propia complejidad, también conviven el aprecio, el cariño y el valor.  En ese lugar, también se respira más limpio y se permiten los sueños.

Soñar ya no duele tanto y se respeta en mayúsculas. Y desde ahí, y a lo grande, una es capaz de aceptar que ha tenido mucho miedo, da igual a qué.  Algo tan trivial como necesario, entre otras cosas, para poder dejar de tenerlo. Porque quien no ha tenido miedo nunca, o lo que es más real, quien no reconoce tenerlo,tampoco podrá sentir lo que se siente cuando éstos se aceptan, cuando uno hace amistades con ellos y los respeta.

Qué guapo es poder mirarlos de frente,con mirada cristalina, que no congelada, y seguidamente decir lo que diría mi padre: “Adiós y vayan ustedes en paz”.

Y ya no duele soñar, o mejor dicho, soñar duele menos. Da igual lo alto o bajo que se sueñe. Porque cuando una sueña de verdad, no lo hace por encima de nadie. Y entiende cuánto de valiente es, porque sabe cuánto de miedo ha dejado atrás. Y entonces... puede soñar grande. 

Y que nada me pare, porque hay que seguir soñando hasta que el tiempo me equivoque… o me acierte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario