lunes, 24 de agosto de 2020

A la deriva de la vida...

 



Permitirse disfrutar a la deriva de un barco con salero que duerme en un pantalán de un nuevo puerto donde se respira toda la paz del mundo.

Soltar de una vez la tristeza de esos ojos que no nos supieron ver, y arrojar por la popa lo que nos sobra con la mayor naturalidad humana posible.

Ilusionarse con aventuras que tal vez terminen sin haber empezado. Querer volver a echar ancla al fondo del mar al ritmo que marquen unos besos con olor a galán de noche de un final de verano que nunca se olvida.

Dejarse fluir por el curso de los días y agarrar lo que viene con amor, mimo y alegría.

Olvidarse de los malos tragos y recibir lo que nos ocurre como un regalo de los ángeles que nos guían. Escribir en voz alta perdones y agradecimientos, para soltarlos en alta mar y seguir viviendo y disfrutando a la deriva que nos quiera ofrecer la vida.

Feliz día.



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