Encender un alumbrado navideño propio con bombillas de material especial, hechas a base de ganas de estar. Montar también un nacimiento viviente, en el lugar que cada uno elija, por ejemplo, al fondo y a la derecha del corazón. Acercar a ese lugar las figuras del belén que traen luz propia porque brillan con su presencia, y alejar de ese mismo lugar a quienes te cargan con miedos y oscuridades al avanzar.
Convidar con tu vida, la que tienes. Más vacía o más llena pero vida al fin y al cabo y abrir las puertas de tu morada. Esa, la que sientas tuya para luego contar la versión que mas te guste de la historia que te ha llevado a estar allí.
Aprender a respirar en un hogar de siempre pero con aires de nunca. Tomar aliento entre sorbo y bocado para recitar villancicos versionados en otros tiempos. Estar preparados para escuchar a vocalistas de terceras generaciones que traen nuevas ilusiones guardadas en su zurrón y querrán abrir los presentes, especialmente de los que ya no están, pero que se sentirán como reyes y reinas magos para siempre.
Feliz dia.
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